15 de enero de 2009

Parque Nacional Morrocoy - Coro - Maracaibo (Venezuela)

Si no acataron la orden de Javier de no desesperar por nuevas noticias, sepan que los entiendo mucho. Es natural.
Por aquí la cosa va muy bien. Estos días fueron de ausencia y exploración.
Después de Bolívar, salimos en un bus para Valencia, desde donde cachamos una buseta y emprendimos viaje a Tucacas, ahicito nomás de Chichiriviche. En este departamento se encuadra el muy famoso Parque Nacional Morrocoy. Un parque de playas y mar, con un sector de acceso por carro y además con distintos cayos (islas de playa) a los que obviamente solo se puede llegar por barco, propio o abonando el viaje.
Recién arribados y caminados unas cuadras por la calle principal con destino al parque, nos cruzamos con una señora que abría su local de cosas varias.

- Señora, el Parque Nacional Morrocoy, es por aquí derecho?
- Si joven, pero tengan cuidado, ya que es muy peligroso.

Con caras de “la puta madre loco, solo Santa Elena de Uairen es seguro en Venezuela?” empezamos la caminata hacia la zona de lancheros, los encargado de llevar a los paisanos a la playa que deseen, cada uno a su costo correspondiente. En plena caminata, nos venimos a cruzar con un “Chirola” a la venezolana. Con su bigote mal crecido, sus piernas cortas y una de ellas coja, sus cicatrices en la cara, su saliva acumulada a los costados de los labios y su poca entendible forma de hablar, nos acarreo hacia un lugar donde partían las lanchas.

- Amigo, cual es su nombre?
- Mi nombre es William, pero todos me dicen Gordo.
- Eh gordo, andas de duende…?

Mal arreglado el tema del precio para los cuatro, por el tema de la suma, fuimos por los víveres necesarios para poder estar dos días y dos noches en el cayo mero, un cayo bastante cercano pero no por eso malo.
Saliendo con la lancha, y cruzando unas amarras con yates y lanchas de un tamaño poco correspondido con el aspecto del lugar y sus edificaciones, tuvimos unos 15 minutos de viaje hasta lo que seria nuestra tierra por ese corto tiempo. A los pocos minutos, ya entrados entre algunos cayos bien vegetados, pasamos por el costado de una isla, la primera con la costa bañada por un agua azul caribe y centenares de pájaros sobrevolándola.

- Primo, como se llama la isla esa?
- Isla de pájaros…
- Oh….

Pasada la isla, y pasados por un yate con un pelado parecido a Residente de Calle 13, con una morocha a su costado, seguimos lo último del viaje, hasta entrar por un agujero de agua entre la vegetación, cual lancha en el delta del Tigre. Muy parecido a este, salvo el color del agua y del suelo. Estábamos en el Cayo Mero.
La temporada alta de vacaciones esta ya terminada acá, hace muy poco. Por esto es que llegamos a la isla y lo único que encontramos fue una persona haciendo lo que otros no hicieron, limpiando. Con las mochilas y la heladera térmica que nos prestaron con su pobre pero conciente medida de Ron, Coca Cola, Limón, Cerveza, Agua y algo de Hielo para mantener la temperatura lo más posible, nos fuimos lo que era casi una de las puntas. Un círculo bastante generoso con una generosa cantidad de palmeras y una generosa cantidad de leña para la estadía.
Las actividades fueron la pesca con red, con Madarigua como cazador de las principales piezas (la palma de una mano) y Shaggy como asistente de Red. Snorkel fue otra de las actividades y por seguro la más practicada. El coral estaba a escasos metros de la costa, extendiéndose casi por todo lo largo de la playa, de unos 1000 metros. Bajar Cocos de las Palmeras también fue algo a lo que le dedicamos el tiempo, pero los frutos no fueron muy buenos. La altura en la que se encontraban era realmente considerable. La primera solución que encontramos fue atar una piedra a una de las sogas y arrojarla, enganchar el fruto y bajarlo. Un tiro, dos tiros, tres tiros… quince tiros, track, queda enganchada. Cae un coco, no cae la piedra.
Saqueemos provecho de la situación: atemos otra soga, jalemos de esta para por lo menos aprovechar todo lo que podamos de ese árbol. Cuatro cocos, y con estos agua, un poco de comida, un mate y una soga menos para el resto del viaje.
Todo esto fue acompañado con un fuego eterno que solo sintió el bravor de la arena en las noches para evitar la posibilidad de incendio. Eso lo aprendí en el Shopping. La arena apaga el fuego.

Titular en el periódico El Nacional de Caracas: “Cuatro argentinos inician fogata en Parque Nacional Morrocoy e incendian por completo el cayo mero, con una extensión de 3 km cuadrados. Lamentablemente, los cuatro únicos habitantes de la isla salieron ilesos.” Ni da…

Vueltos, ya con nada de agua potable para tomar, habiendo terminado la poca bebida alcohólica el primer día y escaseando el tabaco, llegamos a tierra firme. Como el dinero no sobra, sino que falta, y moneda local no tenía ninguno de los cuatro, salimos con Madarigua por la búsqueda de cambio. El primer lugar al que entramos fue uno de vidriera elegante, dando la sensación de confiable. El mismo estaba atendido por una joven, muy rica de cara pero más rica de cuerpo. Dos miraban y uno preguntaba. Dos oian pero ninguno escuchaba. Después de un silencio incriminador, uno se logra rescatar y archivar la información por la que habíamos entrado al local. No olvidaremos esa mirada curva.
Con moneda bolivariana partimos a la compra de comida y bebida. Eso que no habíamos podido hacer en las últimas horas. En lo personal no pude contener mis impulsos capitalistas y fui por unos Doritos y dos latas de cerveza. Realmente gratificante.
Saciados nuestros impulsos consumistas, tomamos otra buseta pero ahora para Coro, a unas tres horas de reggaeton bien fuerte.
Desde ahí, ya superada la conspiración por parte del personal del Terminal para que no tomemos una nueva buseta con destino a Maracaibo sino un taxi, por el doble del costo, viajamos otras 4 horas de reggaeton hasta llegar, bien dormidos, a Maracaibo.

- Primo, el centro para ir a un hotel?
- Para el centro por allí, pero es muy inseguro a estas horas caminando…
- Esta bien, (con aires de seguridad), pero somos cuatro. Donde dices que queda?
- Para allí, unas quince cuadras, pero es peligroso a estas horas. Te atracan alli, y pum, pum, pum (lo dice un revolver formado por un pulgar y un índice)
- Ah, esta bien. Y cuanto decías que sale el taxi?
Salud,
Carreta
P.B.V.C. y E. 08/09

4 comentarios:

Mato dijo...

JAjjajaaja, Muy bueno todo, no paro de reirme hijos d puta, q buen viaje loco, Shaggy como anda con el tema de la bruji y el baño?

Carreta q bueno q bueno superaste esos problemitas q hemso padecido,bueno muchachos les mando un fuerte abrazo a los 4, tengo una frase celebre q nos e comos e t escapo Carreta:
.
.."usted es un cachafaz"....

CN dijo...

Man, esto es grandioso! No pare de hacer sus crónicas, mostro... Le mando un fuerte abrazo!

PD: ya tiraste el remo-pala?

Anónimo dijo...

¿No me digan que uds también se equivocaron al leer el librito de las plantas comestibles?

Carreta dijo...

1.- jaja, los problemas intestinales ya fueron superados por suerte.
2.- El remo pala sigue en camino y sale en todas las fotos que puede.
3.- El librito de las plantas medicinales no nos llego. No se pueden comer todas?
Salud