31 de diciembre de 2008

Iquitos (Peru) - Triple Frontera - Tabatinga (Brasil)

Amanecidos en el Hostal partimos para el puerto de Iquitos, abarcados por el temor de no conseguir lugar en la embarcación, ¨El Gran Diego¨ con destino a la triple frontera, a las 11hs de la mañana. Una vez allí, y habiendo cancelado los S./65 abordamos la nave y nos instalamos cerca de la popa. No exactamente en la popa, sino a unos 10 metros, dado que al final de la nave, sobre sus dos costados, se ubican los ojos urinarios (meaderos).
El horario de partida del barco era a las 19hs por lo que tuvimos que pasar todo el dia a bordo por cuidado de nuestras pertenencias. A medida que las horas pasaban, nuestras ilusiones de viajar cómodamente con espacio, tal como fue nuestra primera experiencia amazónica, se fueron desvaneciendo. Una hamaca se encimaba a la otra y cada vez se nos venían mas encima.
La tarde en el puerto fue algo largo pero soportable. El calor castigaba pero la cerveza complacía. Como casi todo el territorio amazónico (salvo Iquitos y Manaos) , la única conexión con el mundo exterior, y por ende las provisiones, es por vía fluvial. Cada barco que zarpa de distintos puntos lleva una carga grande y variada de cosas. No se si habrá sido por el tema de las fiestas o que, pero este barco iba bien cargado. La hora de partida acechaba a los trabajadores del puerto pero las cargas no dejaban de llegar.
En eso de la espera, el Bostero y Madarigua, como buenos viajeros, fueron hospitalarios con el Holandés Danny, quien casi no tiene español y le dieron cabida para que nos acompañara.
Finalmente, partimos el 29 a las 22hs. Rodeados de hamacas y por sobre todas las cosas de madres con sus criaturas. Como suele pasar, es más difícil acostumbrase la primera vez a la situación que a uno le toca, pero todos dormimos un poco, unos más otros menos (El Bostero durmió 15 minutos).




Como aquí amanece bien temprano, a las 8 de la mañana aproximadamente ya estábamos arriba, habiendo soportado harto rato a las criaturas correr y gritar alrededor renegándonos a levantarnos.
El barco tiene más paradas que el 152 en la avenida Santa Fe. Lo impresionante de esto es ver como se mueve la gente de los distintos pueblos con la llegada de este. Una gran escena es cuando llega el barco a los pueblos y ver a la gente a la espera del amarro de este para abordarlo, cual piratas, para intentar vender sus productos (frutas, caldos, frutas, frutas, frutas) o ayudar en la descarga de esas cosas provenientes desde más allá de sus límites. Levantan cajones de gaseosa, cerveza, bolsas de cereal y demás. El trabajo es en conjunto, todo el mundo aporta levantando un poco mas de peso del que puede.

La vos del puerto en altavoz dice ¨Son las 5 y 49 y faltan dos minutos para... las 5 y 50¨

El barco es un lugar donde la gente deja pasar los días, tranquilamente, mientras va acercándose su destino. Una tele en el frente puede atraer muchas personas y un meadero al final no es suficiente para repeler a los que más cerca se ponen. La limpieza del barco esta a cargo de un jovencito, la de los niños en sus madres. La limpieza en sus pasajeros es algo que no debería sorprender. Los extraños no nos cambiamos, aguantamos con nuestras ropas. Los locales se bañan en la canilla del baño impregnado de olores diversos y cambian de muda todas las noches. Las madres cambian a sus chicos dos veces por día con un prolijo que poco dura.
A medida que el barco avanza los chiquitos se nos van acercando, van dejando de lado sus miedos y vergüenzas. A la mitad del viaje terminaríamos con 8 borregos alrededor casi todo el tiempo.
Uno de los pueblos donde paramos, aquel a donde estaba destinado todo el metal que tanto demoro la partida del barco, fue Pebas, ¨tierra de amor¨ tal como dice el cartel de llegada. Un pueblo chico a la vista pero grande en estos pagos, con un escalera central bien empinada, su plaza principal con su elaborado pesebre, justo en frente a la muy considerable de tamaño y belleza Iglesia.




Otro lugar donde el barco tuvo que descargar cosas fue en San Pablo, aquella ciudad amazónica donde Ernesto Che Guevara estuvo con su amigo Granado trabajando en el Leprosario San José. Este sigue vivo, no el Che, digo el leprosario, pero son unos pocos 10 los que viven allí.
Despues de esta ciudad, ya tan grande que tiene alcaldía, dice una señora de allí de manera orgullosa antes de que amarre el barco, pasamos la última noche para ir terminando el viaje. A las 11am del 31/12/08, tal como habían dicho los pronósticos, llegamos a la triple frontera, del lado Peruano Santa Rosa.

- Señora, no puede subir con la gallina al barco. - Pero si es un ave...

Esta triple frontera es algo pequeña. Nadie sabe diferencias mucho las ventajas y desventajas de cada lugar, pero es todo bastante similar. Habiendo estado un pequeño rato en Santa Rosa, otro en Leticia, Colombia y uno un poco más grande en donde estamos ahora, Tabatinga, Brasil, se puede decir que es Colombia la que se debería llevar el galardón a la ciudad fronteriza más avanzada.
El real esta a 2,5 con respecto al dólar y la vida parece estar un poco más cara en este territorio del mundo.
Tabatinga es un pueblo chico donde las motos, tal como los últimos lugares donde estuvimos, es el vehículo por excelencia. Hasta los taxis son motos y no de las que se ubican varios en la parte de atrás. Acá el taxi es para uno, o para algún padre inconsciente, para uno y su criatura. Las tres calles principales que llegan al rio están llenas de puestos de ropas, comida y peluquerías. La cumbia abunda.
Ahorita nomas acabamos de terminar el tramite inmigratorio en Brasil y después de haber seguido a Javier por todos los locales disponibles preguntando si consigue un Cachorro quente, estanos aca conectándonos con la vida de afuera.
Ya estamos ubicados en el barco, de mucho mayor nivel que el anterior, y mañana partimos en el barco para Manaos (Reales $170). El viaje será de 3 noches y cuatro días.
Esta noche la pasaremos allí y quien sabe como será.
Salud,

Carreta

P.B.V.C.y E. 08/09

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones, otra exquisita muestra del acabado arte trazado por la rutilante pluma del compañero carreta. Una prosa descarnada, poderosa, sin ambagues, nos ilustra el dia a dia de un periplo que todos los jovenes aventureros deseamos realizar. Mis saludos de Año Nuevo a todos los viajeros, en especial a Matías Javier. Dios quiera que se cumplan sus sueños mas salvajes.
"El Zorro"

Anónimo dijo...

Continuando con la exquisita adjetivización del texto, deseo expresar mi profundo sentimiento de adoración a las majestuosas crónicas del narrador Federico María Carrera.

Salud

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Anónimo dijo...

Salud mis bienaventurados compañeros! Gratificantes relatos que han de alimentar el alma.

Profundamente deseo que podáis abrir vuestras mentes y vuestros corazones e incorporar a vuestras vidas los valores que habéis adquirido en tan maravilloso viaje.
Sin lugar a dudas, esas experiencias y esas personas que habéis conocido, han de ofrecer riquísas enseñanzas que debéis descubrir y compartir.

Abrazo a la distancia

PRV

CN dijo...

Qué maravilla todo lo que contás, Carreta querido! Que te aproveche el viaje, y no te sorprendas de verte arrojando a la bosta el remo. Como dice un amigo (aunque citando a alguien, no es suya la frase, se la ha apropiado) "hay que estar siempre dispuesto, como un caballero, a perder todo en cualquier momento". Lo curioso, es que eso también lo decía Guevara, cuya ruta que usté viene pisando.

Cuídese varón!

Abrazo grande! Charly...

PD: por cierto, no me trae 3 botellas de ron venezolano? dicen que garpa! No, mentira!!

Carreta dijo...

Zorro: Da la cara chinga tu madre!
PRV: Que bien te pego el viaje por España amigo! Gracias por la magia
Charly: Ojala pueda concederte el deseo. 3 es medio mucho, pero igualmente, veremos que pasa con la mochila, la carga y por sobre todo con la manipulacion del vidrio durante los proximos 25 dias.

Salud!